La luna va brillando en el mar que de frente ruge
Y como una estrella muerta él se ve que también sufre
Las aguas van subiendo cual leche en hervor
Y le van acariciando los pies desde el talón
Él se queda ahí tranquilo, no se desea mover
Mientras el azul de luna en su piel se puede ver
De pronto y en un momento en su cara apareció
Una lágrima candente, un diamante de dolor.
La marea sigue subiendo, en sus pies ahora está
Pareciera no importarle que le moje más y más
Otra lágrima resbala de la mejilla hasta el mentón
Siente que arde como lava aunque no cause abrasión
No existen energías ni en sus manos ni en sus pies
Para salir de esa inercia en que ha caído esta vez
Cada cierto tiempo, un quejumbroso movimiento se le ve
Y con convulsionantes quejidos, inmóvil queda él.
De pronto un movimiento, es el viento, fuerte va
Le quita el sombrero y lo manda a volar
El hombre lo observa y comienza a recordar
Se levanta y lo busca con vehemente ansiedad
Cuando cae frente al agua sin dudar se lanza a él
Y rescata con sus manos aquel género café
Para él no es un sombrero, y ciertamente su valor
No es el que se compra en una tienda de estación.
Las lágrimas le brotan y éstas salan ahora el mar
Y él ahí se acomoda como un feto a llorar
Mientras la olas le bañan y le empiezan a envolver
En su tristeza él siente que ya no hay nada más que hacer
Se deja ir con la corriente, mar adentro hasta el final
Y descubre que en un momento no tendrá más que llorar
Mientras él llora en silencio, el sombrero que salvó
Se queda firme en tierra como prueba que existió.
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